aquí empieza mi propósito de año nuevo

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domingo, 17 de enero de 2010


Jefe!! una cerveza fría y una tapa de esas tan tuyas de vente pa´ca que voy a contar un secreto. Algo que le pasó de verdad a ese chico alto de gafas que escribe sobre mi.

...todo lo que llevamos de éste curso y todo el anterior y todavía tengo esos ojos clavados en mi retina. Negros, Jefe, eran negros, negro brillante, negro azabache negro...Negro infierno. Todos los brillos, todas las luces de cada momento pasaban por sus ojos antes de llegar a los míos. Joder, deberías haberlos visto. Ahora sus ojos están a más de 350 km o más o aquí al lado, quién coño sabe, mirando Dios sabe qué o a quién o cerrados mientras otro se vuelve tan loco como yo para olvidarlos. Joder cómo la odio pero joder, joder, cómo necesito volver a verlos.

La primera vez que la vi, bueno, ya la habría visto más veces supongo, no sé, pero mi primer recuerdo suyo es llegando al vestíbulo de mi escuela de ingenieros. No destacaba nada, ni para bien ni para mal, ni mucho ni poco. Era una más: bajita pero no mucho, pelo castaño, liso pero no mucho, algo lacio. Llevaba puesto un abrigo de pana hasta la rodilla. Se le antojaba un culo fofo de haber estado mucho tiempo sentada. La vi moverse hacia una gente y cuando entramos en clase, se sentó en diagonal a mi, hacia atrás. Yo delante tenía a Doña Ferrol. Eso, Jefe, eso sí que era una mujer, con sus tetazas, su ombligo y su labios rojos de chupar piruletas.

Un día, cualquiera de tantos de mi vida, al salir de clase coincidimos en la puerta. Verás, para entrar o salir de aquel aula había que pasar un pasillo entre dos puertas y la vi en la primera. Pasa, no pasa tú, hay perdón y...y ahí Jefe, ahí su mirada angelical, sus labios, sus dientes pequeños y un pelín separados, sus mofletes rechonchos y sus putos ojos negros y esa sonrisa y cómo movió la cabeza para mirarme desde su baja altura se quedaron en mi que...no te digo más que lo siguiente que recuerdo es un empujón: ¡Costa muévete!

De aquellas no sabía nada de ella. Ella no hablaba mucho, no salía por Ferrol, descubrí que era de la comarca, y no se quedaba después de clase y que esperaba un autobús. Las pocas veces que iba a clase acababamos cruzándonos la mirada en algún u otro momento y, todo se paraba, todo me dolía, todo era misterioso y todo me daba miedo, todo me apretaba el corazón y todo me asfixiaba y todo me pesaba y todo me tiraba del pecho hacia el suelo hasta que ella, a sabiendas de su poder sobre mi, volvía la cabeza. La hostia, si por telepatía me hubiera dicho que hiciera una locura, la habría hecho. Por mis cojones te cuento que cualquier locura. Yo era totalmente suyo.

La última vez que la vi yo bajaba por las escaleras exteriores dirección puede que mi casa, o del bar de enfrente o a saber, qué más da. Era verano o hacía calor y era por la mañana. Había poca gente fuera. Ella estaba sentada en el banco de enfrente con una pierna sobre otra, el brazo izquierdo en el regazo y el otro acercaba y alejaba un cigarro de su boca. Me miraba. Su boca me sonreía de lado. Sus ojos seguían los mios como los de un animal cazador siguen a los de su presa, y el brazo en reposo paso a apoyarse horizontalmente sobre el respaldo del banco, sus piernas se descruzaron para volver a apoyar la otra pierna sobre la primera. Su cuerpo se inclinó ligeramente hacia el lado del banco que me ofrecía su brazo. Yo seguía bajando escalones. En un momento separó sus labios y expulsó el humo del cigarro hacia un lado, sus ojos me miraban y su cabeza se reclinó hacia abajo. Sus ojos me miraban.

Terminé de bajar las escaleras, giré la esquina pero me paré al instante. Me quedé erguido un segundo o puede que dos. Giré la cabeza. Ella me miraba. La miré.

Rapper School, Mi Gran Amor

1 comment

Sara dijo...

A ti que te ha dado por la musica de cuando eras un renacuajo, tendrías que haber puesto el siguiente enlace (que pega con el título de lo que has escrito)
http://www.youtube.com/watch?v=z9BQRXeXObM

22/2/10 08:17
 


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